1 de julio de 2010

New World XXI

  Aquel suelo llevaba mucho tiempo sin recibir la visita del sol, muchas plantas que intentaron crecer se habían quedado en el camino, ya que la dictadura que imponían los fagus sylvatica se lo impedían, los 40 metros de las majestuosas hayas apenas si dejaban pasar algún tenue rayos de sol que ofrecían extrañas sombras a los ocupantes de los vehículos que circulaban por la vieja carretera cubierta de hojas y a pesar de ello el suelo se mantenía fresco. Pequeños ojos vigilaban desde las ramas de los árboles la comitiva que visitaba aquel bosque después de muchos años. Los coches circulaban rápidamente por la sinuosa carretera pero aunque fuesen más despacio ni los ojos más curiosos podían traspasar aquellos cristales tintados. Un murciélago paso justo por delante del parabrisas del último coche, haciendo que este frenase su carrera bruscamente.

- ¿Pasa algo para detenernos? En su tono se notaba la desaprobación por la actuación del chófer.
- No señor, disculpe pero es que un murciel...
- Acelere y no se detenga por tonterías. Los recuerdos de antiguas batallas celebradas en aquel bosque pasaban por la mente de Himmler, aquellos caballeros teutonicos de los que él pensaba que descendía habían estado guerreando para que la raza destinada a gobernar sobre las otras consiguiese su destino. Desde niño, cuando su padre lo había llevado por primera vez al bosque y había descubierto sus extrañas sombras aquel lugar le había atraído sobre manera.
- Si señor.

   Las sombras de las altas murallas del castillo asomaron casi de repente, como aparecido por arte de magia. Su porte renacentista le daba un aura de poder y misticismo extraño. Y luego estaba su planta triangular, nadie conocía la razón de aquella forma. Los leyendas decían que con esa forma el poder esotérico era mayor, las mismas tradiciones hablaban de unas antiguas reuniones que en aquel mismo lugar hacían antiguos druidas. Hacía décadas que a Himmler le habían hablado de las ruinas de un viejo castillo y decidió visitarlas. Desde el primer momento le pareció notar que un antiguo poder residía en el bosque, y justo en el medio mando reconstruir aquel castillo, donde reunía durante el solsticio de verano a la élite a parte de la Policía Política. No había ni un guardia a la vista, tampoco es que fuese necesario nadie se atrevía a molestar al hombre más poderoso del planeta. Lentamente los coches iban dejando a sus ocupantes en la entrada del edificio. Estos según el número que llevaban en el pecho entraban por una puerta o por otra, pero todos llevaban un mismo destino, la torre situada más al norte. La torre norte era el verdadero centro de todo aquel castillo.
    La escalera era estrecha apenas si quedaba unos centímetros entre los hombres que bajaban por ella. Embutidos en unas largas túnicas que les hacía parecer más unos fantasmas que unas personas de carne y hueso. A través de las distintas escaleras los asistentes iban entrando en una estancia redonda, solo tenían unos bancos de piedra  para sentarse, en el medio un sol negro presidia toda la estancia, a diferentes alturas se situaban los demás asistentes, su número en el pecho señalaba el lugar donde debían situarse, cuanto más alto era su número, más alejada era su posición, y se situaba a una altura superior. Tres eran las filas situadas  en la estancia, cada anillo era más corto que el anterior, a los de arriba les era imposible saber quienes eran los situados debajo de ellos. El secreto era el éxito de la organización, y allí radicaba también su poder. Himmler fue el último en entrar, y también era el único que entraba sin cubrirse, como líder y sumo sacerdote de la Organización se permitía cierto lujos, y siempre le había gustado la pompa de los antiguos masones y caballero templarios. Desde joven había estudiado a los Pauperes Commilitones Christi Templique Salomonis, y con una mezcla de las creencias nórdicas antiguas había conseguido reunir en torno a él, a un grupo de hombres que le serian fieles hasta la muerte. Aquella era la base de su Policía Política, aquella a la que todos temían. En unos cuantas décadas había conseguido aglutinar en torno a él, todo el poder planetario, él con la colaboración de unos pocos era quién nombraba a los dirigentes que daban la cara delante de la población.

   A su entrada todos se levantaron como si fuesen uno solo, a los situados en los graderios más elevados les eran completamente imposible ver los rostros de quienes se situaban por debajo de ellos. La peculiar forma circular era capaz de impedir a los de enfrente adivinar ni siquiera a uno solo de los hombres que tenían un número inferior al suyo, para cada escalafón existía una entrada y una escalera diferente para acceder al recinto, y estaba terminantemente prohibido el subir por otro sitio que no fuese el asignado a cada número. En la parte superior de la estancia se ponían cien hombres con el número IV en el pecho en cada uno de los seis círculos dispuestos para ellos, en la inmediatamente inferior aparecían otras seis azoteas más bajas donde se situaban diez hombres en cada una de ellas, todos estaban de pie en perfecta formación militar con su número III perfectamente visible en el pecho, y abajo a la misma altura de Himmler se situaban los seis elegidos por él para conseguir  que su proyecto llegase a buen puerto. Himmler miraba a aquellos 666 hombres, y sonreía en su fuero interno, él lo había conseguido; con apenas dos retoques al primigenio plan lo había conseguido. Pero seguía teniendo muchos cabos sueltos, y uno de ellos era aquel hombre que estaba en su poder, aquel hombre que sería el que lo llevase a descubrir el escondrijo de los antiguos atlantes. Aquellos que luchaban por desbaratar sus planes de dominación mundial, y aquellos a los que exterminaría totalmente no sin antes descubrir todos los secretos tecnológicos que guardaban.


     Henna seguía esperando la llegada de Jerry, sabía que no tardaría en llegar pero la espera la estaba consumiendo minuto a minuto.
     A lo lejos vio aparecer el vehículo de Jerry se acercaba rápidamente a la entrada de la cueva por donde se entraba al refugio. Paro justo delante de ella, y la puerta del coche se abrió para dejarla paso al interior.

- Hola Henna ¿que tal estas? Jerry le pregunto si girar la cabeza y sin mirar para ella, en su voz se notaba que no estaba de acuerdo con la idea de la mujer de recogerla.
- Bien, pero no sera por lo que tu te has preocupado. Si no es por Shalako me hubiese muerto de asco ahí dentro. La mujer le respondía de la manera, seca y sin alzar la voz, a pesar de estar enfadada. Al contrario que Jerry, Henna si le miraba. Clavaba sus ojos en él, las gafas apenas si dejaban un pequeño resquicio lateral por donde se adivinaba el blanco nuclear de los ojos del hombre. Ella sabía lo complicado que era descubrir los sentimientos de una persona que no tenía color de ojos.
- ¿Sabes algo de mi marido?
- No, nada. Es imposible saber donde lo tienen escondido. Pero hay novedades, Himmler a salido de las oficinas centrales, y se ha llevado a toda la cúpula de su organización a un remoto castillo. Pero no tengo ni idea del porque.
- Valiente policía eres, no tienes ni idea de nada. El tono de reproche de la mujer era más que evidente. Tengo que ver a alguien de la televisión, ella nos podrá ayudar. Tiene mucha información que nadie conoce. Posiblemente sepa algo más.
- Henna es peligroso que se sepa que estas en la ciudad. Aunque te siguen buscando, ahora utilizan menos efectivos para ello, pero si descubriesen que has vuelto...
- No me importa Jerry, hasta ahora hemos dado pasos de ciego, ya sabes lo que se suele decir que si quieres coger la miel debes sacudir el panal para que salgan las abejas. Cojamos el toro por los cuernos de una vez y veamos que ocurre.
- Como quieras, se que por mucho que lo intente no vas a cambiar de idea. ¿Como te pondrás en contacto con esa persona?
- Ya lo he hecho, le mande un correo electrónico protegido, Shalako me ayudo. Jerry la miro con el gesto fruncido en un claro gesto de desaprobación por la confesión de Henna, de que había recibido ayuda de la niña. No la culpes, yo le pedí que lo hiciera. Le hubiese mandado el correo de todas maneras, recuerda que tenía acceso al ordenador tu me lo diste; y si no me hubiese ayudado hubieran podido rastrear el correo si lo descubriesen. Tu mismo me llamaste para decirme que Himmler se había puesto en movimiento y que comenzaba a mostrar sus cartas, es hora de mover las nuestras, por pequeñas que estas sean, y toda ayuda sera poca.


  Jerry giro el coche sin decir nada cogiendo la misma carretera por donde había llegado. No sabía porque pero una extraña sensación le recorría el cuerpo, notaba que algo había cambiado en Henna, y ese cambio no sabía muy bien porque, no le gustaba. Era una mujer más decidida que antes, y que apenas media los riesgos de sus acciones, pero algo dentro de ella se había destruido, dejando paso a otra Henna, dejando paso a otra mujer que no pararía hasta encontrar a su marido desaparecido.

6 comentarios:

Elena dijo...

Vaya, parece que aunque tarde seguimos con la historia.
Perdona Javier pero estoy haciendo las maletas para irme a mi pueblo.
He leído por encima, cuando vuelva del fin de semana leeré con más deteniminto.

Un besote.

yuriluna dijo...

hola javier solo pasando a leer rapido prometo k mañana leo bien la historia aun estoy trabajando, cuidate besos y abrazos y ya esperaba con ansia la continuacion, besos y abrazos desde México ya se te extrañaba...

yuriluna dijo...

Hola Javier ahora si ya lei la historia esta padre, espero con ansia la siguiente entrega y k es lo k habra pasado con l antigua Henna, qwue le habra hecho cambiar de ideas, besos y abrazos cuidate y buen fin de semana...

María dijo...

¡¡¡JAVIEEEEEEEER !! jajaja

sólo vengo a decirte que no he olvidado a mi querida Henna, que sé que la has traído de la mano, y no sabes que alegría me ha dado verla, pero ando a mil por hora.

Ahora mismo, me voy pitando a la playa, pero te prometo que esta noche o mañana, si me lío mucho con la nueva entrada, me lo leeré todo despacito.


Montones de besos y ¡¡¡MUY FELIZ DOMINGO, JAVIER!!

María dijo...

Bueno, mi querido JAVIER,

¡¡YA HE VUELTOOOOOOOOO!! y...

ya me he enterado lo mal que se dan las lechugas y demás verdulería en este país tuyo, dominado por la oscuridad oscura de tu Himmler malo malísimo y sus 666 esbirros . Y realmente asusta pensar que una organización tan perfecta y exterminadora, semejante a lo peorcito de las sociedades secretas del mundo, pueda tener casi el poder absoluto de un mundo entre tinieblas...¿¿Pero cómo no se va a endurecer Henna por dentro, ante semejante panorama?? su pongo que cuando encuentren ¡¡porque lo encontrarán, espero!! a su pobre marido, le agarrará por las solapas y le dirá, zarandeándole : ¡¡¡pero tú!!! ¿¿ se puede saber donde te has metido todo este tiempo, so desastre?? espero que su corazón aunque en un cofre de hormigón siga siendo blandito y en ese momento a ti te venga la inspiración y te salga algo bonito, bueno, eso seguro.

Me encanta la última foto de la aurora Boreal ¿lo es verdad?

Venga JAVIER, ahora que por fin has cogido el hilo, no lo sueltes porfa, que esto a diferencia de la realidad, si que puedes hacer que vaya toooooodo perfecto ¿¿será así, no?? ;-)

Muchos besos JAVIER y mil gracias por seguir...
¡¡ale!! ya puedes irte a descansar a la playa un ratito ;-)

copysan dijo...

Esta historia me tiene completamente enganchado.
duplicacion cd