1 de julio de 2010

New World XXI

  Aquel suelo llevaba mucho tiempo sin recibir la visita del sol, muchas plantas que intentaron crecer se habían quedado en el camino, ya que la dictadura que imponían los fagus sylvatica se lo impedían, los 40 metros de las majestuosas hayas apenas si dejaban pasar algún tenue rayos de sol que ofrecían extrañas sombras a los ocupantes de los vehículos que circulaban por la vieja carretera cubierta de hojas y a pesar de ello el suelo se mantenía fresco. Pequeños ojos vigilaban desde las ramas de los árboles la comitiva que visitaba aquel bosque después de muchos años. Los coches circulaban rápidamente por la sinuosa carretera pero aunque fuesen más despacio ni los ojos más curiosos podían traspasar aquellos cristales tintados. Un murciélago paso justo por delante del parabrisas del último coche, haciendo que este frenase su carrera bruscamente.

- ¿Pasa algo para detenernos? En su tono se notaba la desaprobación por la actuación del chófer.
- No señor, disculpe pero es que un murciel...
- Acelere y no se detenga por tonterías. Los recuerdos de antiguas batallas celebradas en aquel bosque pasaban por la mente de Himmler, aquellos caballeros teutonicos de los que él pensaba que descendía habían estado guerreando para que la raza destinada a gobernar sobre las otras consiguiese su destino. Desde niño, cuando su padre lo había llevado por primera vez al bosque y había descubierto sus extrañas sombras aquel lugar le había atraído sobre manera.
- Si señor.

   Las sombras de las altas murallas del castillo asomaron casi de repente, como aparecido por arte de magia. Su porte renacentista le daba un aura de poder y misticismo extraño. Y luego estaba su planta triangular, nadie conocía la razón de aquella forma. Los leyendas decían que con esa forma el poder esotérico era mayor, las mismas tradiciones hablaban de unas antiguas reuniones que en aquel mismo lugar hacían antiguos druidas. Hacía décadas que a Himmler le habían hablado de las ruinas de un viejo castillo y decidió visitarlas. Desde el primer momento le pareció notar que un antiguo poder residía en el bosque, y justo en el medio mando reconstruir aquel castillo, donde reunía durante el solsticio de verano a la élite a parte de la Policía Política. No había ni un guardia a la vista, tampoco es que fuese necesario nadie se atrevía a molestar al hombre más poderoso del planeta. Lentamente los coches iban dejando a sus ocupantes en la entrada del edificio. Estos según el número que llevaban en el pecho entraban por una puerta o por otra, pero todos llevaban un mismo destino, la torre situada más al norte. La torre norte era el verdadero centro de todo aquel castillo.
    La escalera era estrecha apenas si quedaba unos centímetros entre los hombres que bajaban por ella. Embutidos en unas largas túnicas que les hacía parecer más unos fantasmas que unas personas de carne y hueso. A través de las distintas escaleras los asistentes iban entrando en una estancia redonda, solo tenían unos bancos de piedra  para sentarse, en el medio un sol negro presidia toda la estancia, a diferentes alturas se situaban los demás asistentes, su número en el pecho señalaba el lugar donde debían situarse, cuanto más alto era su número, más alejada era su posición, y se situaba a una altura superior. Tres eran las filas situadas  en la estancia, cada anillo era más corto que el anterior, a los de arriba les era imposible saber quienes eran los situados debajo de ellos. El secreto era el éxito de la organización, y allí radicaba también su poder. Himmler fue el último en entrar, y también era el único que entraba sin cubrirse, como líder y sumo sacerdote de la Organización se permitía cierto lujos, y siempre le había gustado la pompa de los antiguos masones y caballero templarios. Desde joven había estudiado a los Pauperes Commilitones Christi Templique Salomonis, y con una mezcla de las creencias nórdicas antiguas había conseguido reunir en torno a él, a un grupo de hombres que le serian fieles hasta la muerte. Aquella era la base de su Policía Política, aquella a la que todos temían. En unos cuantas décadas había conseguido aglutinar en torno a él, todo el poder planetario, él con la colaboración de unos pocos era quién nombraba a los dirigentes que daban la cara delante de la población.

   A su entrada todos se levantaron como si fuesen uno solo, a los situados en los graderios más elevados les eran completamente imposible ver los rostros de quienes se situaban por debajo de ellos. La peculiar forma circular era capaz de impedir a los de enfrente adivinar ni siquiera a uno solo de los hombres que tenían un número inferior al suyo, para cada escalafón existía una entrada y una escalera diferente para acceder al recinto, y estaba terminantemente prohibido el subir por otro sitio que no fuese el asignado a cada número. En la parte superior de la estancia se ponían cien hombres con el número IV en el pecho en cada uno de los seis círculos dispuestos para ellos, en la inmediatamente inferior aparecían otras seis azoteas más bajas donde se situaban diez hombres en cada una de ellas, todos estaban de pie en perfecta formación militar con su número III perfectamente visible en el pecho, y abajo a la misma altura de Himmler se situaban los seis elegidos por él para conseguir  que su proyecto llegase a buen puerto. Himmler miraba a aquellos 666 hombres, y sonreía en su fuero interno, él lo había conseguido; con apenas dos retoques al primigenio plan lo había conseguido. Pero seguía teniendo muchos cabos sueltos, y uno de ellos era aquel hombre que estaba en su poder, aquel hombre que sería el que lo llevase a descubrir el escondrijo de los antiguos atlantes. Aquellos que luchaban por desbaratar sus planes de dominación mundial, y aquellos a los que exterminaría totalmente no sin antes descubrir todos los secretos tecnológicos que guardaban.


     Henna seguía esperando la llegada de Jerry, sabía que no tardaría en llegar pero la espera la estaba consumiendo minuto a minuto.
     A lo lejos vio aparecer el vehículo de Jerry se acercaba rápidamente a la entrada de la cueva por donde se entraba al refugio. Paro justo delante de ella, y la puerta del coche se abrió para dejarla paso al interior.

- Hola Henna ¿que tal estas? Jerry le pregunto si girar la cabeza y sin mirar para ella, en su voz se notaba que no estaba de acuerdo con la idea de la mujer de recogerla.
- Bien, pero no sera por lo que tu te has preocupado. Si no es por Shalako me hubiese muerto de asco ahí dentro. La mujer le respondía de la manera, seca y sin alzar la voz, a pesar de estar enfadada. Al contrario que Jerry, Henna si le miraba. Clavaba sus ojos en él, las gafas apenas si dejaban un pequeño resquicio lateral por donde se adivinaba el blanco nuclear de los ojos del hombre. Ella sabía lo complicado que era descubrir los sentimientos de una persona que no tenía color de ojos.
- ¿Sabes algo de mi marido?
- No, nada. Es imposible saber donde lo tienen escondido. Pero hay novedades, Himmler a salido de las oficinas centrales, y se ha llevado a toda la cúpula de su organización a un remoto castillo. Pero no tengo ni idea del porque.
- Valiente policía eres, no tienes ni idea de nada. El tono de reproche de la mujer era más que evidente. Tengo que ver a alguien de la televisión, ella nos podrá ayudar. Tiene mucha información que nadie conoce. Posiblemente sepa algo más.
- Henna es peligroso que se sepa que estas en la ciudad. Aunque te siguen buscando, ahora utilizan menos efectivos para ello, pero si descubriesen que has vuelto...
- No me importa Jerry, hasta ahora hemos dado pasos de ciego, ya sabes lo que se suele decir que si quieres coger la miel debes sacudir el panal para que salgan las abejas. Cojamos el toro por los cuernos de una vez y veamos que ocurre.
- Como quieras, se que por mucho que lo intente no vas a cambiar de idea. ¿Como te pondrás en contacto con esa persona?
- Ya lo he hecho, le mande un correo electrónico protegido, Shalako me ayudo. Jerry la miro con el gesto fruncido en un claro gesto de desaprobación por la confesión de Henna, de que había recibido ayuda de la niña. No la culpes, yo le pedí que lo hiciera. Le hubiese mandado el correo de todas maneras, recuerda que tenía acceso al ordenador tu me lo diste; y si no me hubiese ayudado hubieran podido rastrear el correo si lo descubriesen. Tu mismo me llamaste para decirme que Himmler se había puesto en movimiento y que comenzaba a mostrar sus cartas, es hora de mover las nuestras, por pequeñas que estas sean, y toda ayuda sera poca.


  Jerry giro el coche sin decir nada cogiendo la misma carretera por donde había llegado. No sabía porque pero una extraña sensación le recorría el cuerpo, notaba que algo había cambiado en Henna, y ese cambio no sabía muy bien porque, no le gustaba. Era una mujer más decidida que antes, y que apenas media los riesgos de sus acciones, pero algo dentro de ella se había destruido, dejando paso a otra Henna, dejando paso a otra mujer que no pararía hasta encontrar a su marido desaparecido.

29 de mayo de 2010

Os lo debo, me lo debo, así que... pronta vuelta de Henna


  La verdad es que no se como empezar. 
  Llevo varias semanas bloqueado, la cosa fue poco a poco, pero ahora es que no consigo arrancar nada, pero lo debo. Debo terminar los dos relatos que comencé, os lo debo a vosotros y a mí (perdonad la inmodestia). Así que esta semana seguiré con la historia y aventuras y desventuras de Henna y la búsqueda de su marido, lo que no se es si hacer un pequeño resumen de lo publicado hasta ahora o seguir donde lo deje y donde lo habéis olvidado por mi culpa y dejadez. 

   Solo puedo decir que aunque sea una vez a la semana la historia continuara... y con una dedicatoria muy especial.




12 de mayo de 2010

A ti Polidori

  Hay quien afirma que crear un blog es dar rienda suelta a un sentimiento de ser importantes en este mundo de mierda. No comparto esa opinión, complejo de Edipo solo se da en las bancadas de los políticos y en los miembros de la SGAE. Yo creo que la mayoría cuando abrimos, creamos o parimos un blog, una bitácora, es para expresar nuestros pensamientos, nuestras inquietudes o solamente para dedicarnos a escribir los que nos ocurren.
   Cada blog tiene su vida, su alma, y entre sus lineas puedes conocer a la persona que firma. Yo he tenido suerte, nunca pensé que a alguien le pudiera interesar lo que yo aquí dejo, luego cuando abrí el otro blog me ocurrió lo mismo. A Polidori lo comencé a seguir al poco de empezar en esta "locura" que son los blogs. Me encanto esa manera de escribir, y ese estilo tan suyo de retratar el mundo de los vampiros y la vida política española. Muchos fuimos los que aprendimos de sus acertados comentarios en este blog, y en otros muchos.

   No se... la verdad es que estoy tocado, parece mentira que en este mundo tan globalizado se puedan crear vínculos como los que se crean a través de unas lineas que unen el mundo de cabo a rabo. Nadie en su familia sabía del blog, un hermano encontró una memoria USB con las claves de acceso al blog, su diario personal y muchos escritos. Ha muerto un blogger, ha muerto Polidori, ha muerto un escritor, a muerto un amigo, como homenaje dejo el ultimo cuento que nos lego. Y es que un blogger no muere mientras su blog este para disfrute de todos. Polidori no se donde estarás pero si estoy convencido de una cosa, que donde estés y con quien estés todos disfrutaran con tus historias vampiricas, y que nos seguirás leyendo a todos tus amigos.




CAMBIO DE RUMBO

-Presidente… ¿Te encuentras bien? Presidente…
-Si, si –contestó con aire distante a su jefe de gabinete-, no te preocupes.
-Los periodistas esperan –le dijo al Presidente y líder del principal partido de la oposición-, Luisa, -en referencia a su ayudante de prensa- ya está nerviosa.
-Lo sé, pero no me interesa que a este discurso le den muchas vueltas antes del telediario –dijo en tono ausente mientras observaba el humeante puro que se estaba fumando-, interesa que solo salgan los titulares contra el Gobierno.
-Las grandes cadenas nunca se quieren enterar de los trasfondos, siempre ha sido así.
-Pero están las pequeñas… -replicó en el mismo tono ausente con la mirada fija en el puro-. ¿Has leído el discurso?
-¿No es el que te he preparado? –Preguntó con sorpresa- ¿Entonces…?
-No –interrumpió-, el que voy a leer lo he escrito yo.
-Pero… ¿Qué pasa con lo que se ha hablado en el Comité de dirección?
-Nada. No pasa absolutamente nada. Acabamos de perder unas elecciones que todos dábamos por ganadas, están todos fuera de juego, noqueados.
-No creo que todos, ya has oído lo que ha dicho…
-Da igual –interrumpió a su más fiel ayudante desde el principio de su carrera política-, de momento ni harán ni dirán nada, no son tantos, y cuando quieran darse cuenta y reaccionar ya será demasiado tarde, no tendrán suficiente margen.
-Presidente, ¿Puedo preguntarte que vas a decir y hacer?
-Dile a Luisa que salgo en cinco minutos, que lo prepare todo.
-Ya –dijo con una mezcla de resignación y sorpresa-. Vale, está bien, ya voy.

El líder de la oposición de la Republica Ibérica, en lugar de ofrecer una intervención con las líneas generales de la estrategia de trabajo para el próximo curso político leyó un discurso aparentemente insulso, donde no afrontaba ninguno de los asuntos más importantes para todos los analistas políticos y solo tocaba de pasada algunos de los que, según las encuestas, preocupaban a la gente y mediante el cual, implícitamente, ofrecía al Gobierno unas ciertas garantías de ayuda en temas cruciales en lugar de la oposición que exigían los cuadros más importantes del Partido Liberal Conservador.

-Presidente –se le dirigió su ayudante-. ¿De qué va todo esto?
-Pocas veces me has hablado así –reprochó-.
-Si, es cierto, pero es que nunca te había visto así.
-¿Qué vas a hacer a partir de ahora?
-¿Cómo? –La pregunta del Presidente de su partido lo dejó completamente descolocado- ¿Qué me quieres decir? –Alcanzó a balbucear- ¿Me estás echando?
-Si –dijo al tiempo que le abría la puerta de su despacho mostrándole el pasillo- Adiós.
-¿Solo un adiós? –Preguntó con tono de reproche- ¿De modo que es verdad?

La mirada que recibió fue fulminante, nunca había visto tanto odio en unos ojos y esas fueron las últimas palabras que se dirigieron después de casi una década de estrecha colaboración.

Tres meses más tarde se encontraba reunido con dos notarios y el director del diario líder en periodismo de investigación El Globo.

-Tienen dos maletines con copias de documentos, fotografías y diversos soportes informáticos con información –comenzó a dirigir la reunión después de las presentaciones y formalismos de rigor- uno para cada uno –dijo mirando a los notarios-
. Lo recogido en estos dos maletines son copias, debidamente autentificadas, de unos originales que están en una caja de seguridad de un banco. Para acceder a esta caja de seguridad son necesarias dos llaves que están en los dos maletines junto con los detalles del banco, caja, etc. Si fuera secuestrado, sufriera cualquier tipo de accidente, enfermedad, ataque de salud o de cualquier tipo que me dejara sin consciencia o con mis facultades mentales mermadas, si muriera en cualquier circunstancia, esto es muy importante –remarcó- si muriera en cualquier circunstancia sin revocar estas instrucciones, deben entregar ambos maletines al Sr. Director del periódico El Globo aquí presente.

-¿Y respecto a la caja del banco? –Preguntó uno de los notarios-.
-A petición del Sr. Director del periódico El Globo se deberán reunir ambos, para en su presencia abrir la caja de seguridad, certificar su contenido y entregárselo para que haga y disponga con ellos todo lo que él crea conveniente.

Después de redactar el acta de la reunión y los recibos de los maletines, las firmas, duplicados, etc., los notarios se marcharon y se quedó un momento con el periodista.

-¿Estás seguro de lo que estás haciendo? –Le preguntó el director- Si temes por tu vida esto es lo peor que puedes hacer.
-Si, lo se. Comprenderás que después de tanto tiempo y de todo lo que he vivido sepa lo que hago.
-Por eso mismo no lo entiendo, de ti no me lo esperaría nunca. En tus circunstancias lo mejor que puedes hacer es contarlo todo, solo de esa manera dejarás de ser peligroso para ellos. Pero, en fin.
-Es que es tan terrible lo que hay que contar que ni a estas alturas estoy seguro de lo que hacer.
-Los bebes cuando hay mucho ruido, como mecanismo de autodefensa, se duermen para no tener que afrontar todo lo que hay a su alrededor, a la gran mayoría de la gente le pasa más o menos lo mismo, de que hay algo de tanta importancia no se quieren dar por enterados para no tener que encararlo. Pero es necesario que lo sepan. Otras veces, con otros asuntos también muy importantes el camino fue muy duro, pero hubo que contarlo para que a cada uno no tuviera más remedio que cumplir con su obligación.
-A los que nos llaman “fontaneros” nuestra obligación es arreglar las cosas sin que nadie se entere, sin que transcienda nada.
-Pero tú ya no lo eres.
-Si, lo sigo siendo –dijo con aire distante-, creo que no dejaré de serlo nunca.
-No te comprendo.
-También lo sé, pero tengo que intentar arreglar esto a mi manera.
-Por el bien de todos solo espero que lo consigas –dijo con un tono mitad paternal mitad incrédulo-, pero mi experiencia me dice que lo vas a tener muy difícil. En fin. ¿Me puedes adelantar algo de lo que hay en esos maletines?
-Aunque creo que ya sabes algo, en esencia es lo que le ha pasado a mi “Líder”.
-Solo me han contado algo del viaje que hizo inmediatamente después de las elecciones… Y después solo he visto los bandazos políticos que está dando.
-Te voy a contar esto prohibiéndote que cuentes nada de lo que yo te diga y también porque se que no podrás contrastar nada.
-Lo tengo claro –contestó el periodista con una leve sonrisa-, tampoco esperaba otra cosa.
-Sabes que a raíz de ganar las anteriores elecciones el Partido Izquierdista emprendió una deriva radical desguazando el sistema democrático actual por la vía de los hechos –comenzó a contar con un falso aire distraído-, vosotros lo habéis contado en muchísimas ocasiones.
-Está en nuestra línea editorial día si día también.
-Después de estas últimas, cuando el P.I. volvió a ganar y el Partido Liberal Conservador volvió a perder, mi Líder, se iba a ir de viaje a reflexionar y a cargar las pilas a California, pero a última hora y tras una llamada del Palacio Presidencial Republicano decidió viajar a Méjico, concretamente a Cancún. Allí mantuvo una reunión secreta con empresarios, representantes del Gobierno, varios del P.I. y un importantísimo representante de la familia del Presiente de la República.
-De modo que fue cierto…
-Si, totalmente. Pero lo más curioso, o lo más clarificador, es que en esa reunión todos eran, o mejor dicho, son masones. Fue una tenida masónica en toda regla donde mi “Líder” fue un invitado al que le apretaron las tuercas por un lado y por otro le ofrecieron su parte del pastel. Como estás viendo decidió quedarse con su parte, nunca ha sido demasiado valiente y si muy interesado.
El periódico El Globo siguió investigando durante algunos meses las informaciones que había recibido su director sobre el viaje a Méjico del Líder de la oposición hasta que un día recibieron la noticia de la muerte en un extraño accidente de tráfico de su antiguo jefe de gabinete. Las circunstancias de ese accidente nunca llegaron a aclararse del todo, solo obtuvieron una opacidad total en lo referente a este suceso.

Ambos notarios negaron que hubieran mantenido reunión alguna y las firmas del acta de la reunión no correspondían con las suyas. El Director del diario El Globo los acusó de haber firmado el acta con unas rubricas distintas a las suyas… pero también lo negaron y poco se pudo probar. De los maletines nunca más se supo y de la caja de seguridad en el banco supusieron que si existió alguna vez pudo ser sustraída en el robo de una sucursal bancaria donde desvalijaron, misteriosamente al no funcionar los sistemas de seguridad, la caja fuerte y todas las cajas de los clientes.
(Todos los personajes, lugares y situaciones son totalmente figurados. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia).
   John W. Polidori, blogger español de 31 años.

  


20 de marzo de 2010

New World XX

  En las paredes colgaban las fotos sus antecesores en el cargo, todos tenían esa pesada carga en sus rostros. Cuatro habían pasado antes que él desde que se había instaurado el Gobierno Único Mundial, el hacía el quinto, en su caso era ya la cuarta generación de político profesional en su familia. El que había llegado más alto había sido precisamente él, su padre fuera el último Presidente del antaño todo poderoso país conocido como Estados Unidos de América; su padre llevaba ya tiempo muerto, asesinado en Washington por un antiguo colaborador que se había sentido traicionado por la desaparición de lo que allí consideraban algunos el país elegido por Dios para llevar la democracia al resto del planeta. Sentado en el sillón presidencial miraba para las paredes, sin saber muy buen porque estaba en aquel inmenso despacho de más de cien metros cuadrados, recordaba de niño jugando en la Casa Blanca, hoy un museo que apenas si tenia un par de docenas de visitantes nostálgicos del pasado, viendo a su padre reunirse con otros mandatarios de países diversos, pidiendo favores a la gran superpotencia mundial, las reuniones al más alto nivel con la otrora poderosa China, los tejemanejes detrás de bambalinas, de yo te doy y tu me das. Su destino estaba marcado desde que había nacido, estudio Derecho y Ciencias Políticas en las mejores Universidades, y poco a poco guiado por su padre fue escalando posiciones dentro del organigrama del partido, hasta que fue nombrado embajador ante la ONU. Nunca llego a elegir su destino, otros lo hicieron por él. Su antaño frondosa cabellera morena, ahora dejaba paso a cada vez menos pelo, y este siempre teñido para que no se viesen sus canas.

  En la ONU lo conoció y  enseguida quedo prendado de su verbo fácil, y de su discurso de unión de todos los pueblos bajo un único gobierno, las soluciones se aplicarían al momento, sin la intervención de terceros gobiernos, una ONU pero con verdadero poder para decidir y actuar. Aquel pequeño hombre que conociera años atrás lo había situado en el puesto más alto que nadie jamas había soñado, ahora si se podía decir que era el hombre más poderoso del planeta, como antes lo habían dicho de su padre. Pero solo él aglutinaba todo el poder de millones de seres humanos. Himmler le miraba directamente a los ojos, aquellos ojos pequeños parecían saber en todo momento lo que él pensaba. Las bolsas en sus ojos eran evidentes, las horas de sueño eran escasas, sabía que aquel día llegaría. El día en el cual todos los pecados y principalmente el de la soberbia pedirían su pago. Los papeles estaban sobre su mesa, los miraba una y otra vez, los pasaba de un lado a otro, como si haciéndolo así fuesen a desaparecer solos, era un imposible pero lo deseaba. Si no eran los papeles, ojala pudiera él desaparecer. Notaba aquellos pequeños y fríos ojos sobre su persona, esperando el momento en que él firmarse los papeles, en cuanto estampase su rubrica todo habría acabado, y  él daría paso a lo que llevaba sospechando hacía mucho tiempo, que solo había sido una figura de cera para que cuando hiciese falta el telón subiese y se descubriese la verdad. La manipulación, el engaño y la mentira que había llevado a la creación de aquel Nuevo Mundo, de aquella sociedad perfecta, solo había sido el plan maestro de una mente perversa del siglo XX, que por causas para él desconocidas tenia sentado al otro lado de la mesa. Cogió lentamente la pluma, la sintió muy pesada como si el deseo de muchas personas hiciesen fuerza para que no firmarse, para que no condenase al mundo a una era de oscuridad y de maldad, para que lo horrores y errores del pasado no volviesen. Garabateó su firma en todas y cada una de las hojas que tenía en la mesa, daba plenos poderes al hombre que le miraba fijamente, no podía imaginar que en aquel pequeño cuerpo pudiera tener tanta maldad, John Okpresh IV acababa de firmar el final del planeta tal y como se conocía.

- Bien John, lo has hecho muy bien. No te preocupes, tu familia y tu estaréis bien, eres el Presidente y lo seguirás siendo mientras cumplas con tu cometido.  
- Eres un hijo de puta y lo sabes, desde el principio lo tenias todo preparado y planeado. Este es el final para muchos millones de personas...
- No John. Estas muy equivocado este es el principio para muchos millones de personas, este es el principio de la era dorada de la humanidad, solo yo les puedo llevar al siguiente nivel, y ahora es el momento y la ocasión propicia. Tendrán que acostumbrarse a algunas cosas, a unos retoques pero nada más, si cumplen con todo lo que se les mande, pues todo ira sobre ruedas.
- ¿Y que pasara con los que se te opongan?
- Esta todo preparado, seran reeducados, nada ni nadie me apartaran de mi destino. La Thule-Gesellschaft esta lista desde hace mucho tiempo, al principio salio mal, pero ahora no, ahora todo saldrá a la perfección.
- ¿Que demonios es la Thule-Gesellschaft? Estas loco, alguien pondrá freno y fin a esto.
- ¿Y quién sera ese alguien John? Nadie puede hacer nada, yo soy el verdadero dueño de todo y de todos, nadie puede ya pararme, nadie. En su rostro se adivina todo el odio que llevaba acumulando durante  varias décadas escondido a las sombras de otros, manejando los hilos desde atrás, desde su despacho, controlando el flujo de la información que llegaba y salia, desde mucho era él quien decía lo que los demás debían oír, escuchar o leer. Todos eran sus peones y los controlaba a su antojo, ahora era el momento de coger los mandos de lo que consideraba suyo, de lo que había organizado desde el fin de la II Guerra Mundial. Ahora la victoria sería suya, y nada, ni nadie le impediría hacerlo.




   Hacía tiempo que no dormía tan bien, el disgusto de ver a su marido en aquella camilla y enganchado a aquellos cables que atravesaban su cuerpo, había conseguido un efecto sedante en ella. Se levanto y se sentó en la cama, Henna sabía que su vuelta a la ciudad sería complicada ya que los partes policiales de búsqueda y captura se habían multiplicado en las últimas horas, pero tenia que buscar Lewis y rescatarlo de donde quisiera que fuera que estuviese. En ese momento Shalako entro corriendo en la habitación, el sofoco por la carrera apenas si le permitía articular palabra alguna.

- ¡Shalako! ¿Que ocurre?
- Tie... tienes que venir rápidamente Henna, algo a ocurrido...  los mayores están reunidos en la en la plaza... tiene... tienes que venir. La niña doblada por la mitad y apoyando sus manos en las rodillas, se la veía alterada por alguna razón. Henna cogió los pantalones que tenia a los pies de la cama y se los puso rápidamente saliendo de la habitación, las escaleras que llevaban al piso inferior parecían como no existir, todas las dependencias estaban vacías, al salir a la calle vio reunidos a todos los adultos, se arremolinaban en torno a la entrada del edificio donde estaba el ordenador, unos empujaban a otros. Durante los días que allí había pasado nunca los viera nerviosos por nada, ni por nadie. Era cierto que apenas si había cruzado una o dos palabras con ellos, desconocía el motivo pero parecía que la única con la que realmente podía hablar era con Shalako, pero todo aquello era demasiado anormal, hasta para ellos. Reconoció a Kaletaka delante de la puerta del edifico, apartando a los otros se acerco a ella.

- ¿Que demonios ocurre Kaletaka? La cogió por el brazo derecho, ella le miro, sus ojos estaban completamente negros, la oscuridad que de ellos emanaban la asusto, haciéndola retroceder un par de pasos.
- Hola Henna, a comenzado, es el fin. Hoy es el principio del fin, que nuestros ancestros nos predijeron. El mal se adueño de todo el poder...
- ¿El mal? ¿A que te refieres Kaletaka? Las personas muy lentamente se fueron apartando como si ya no les importase nada, en ese momento Henna se fue acercando a la puerta del edificio, dentro había cuatro o cinco personas sentadas en el suelo, con la cabeza entre las piernas sin saber que decir o hacer. En la pantalla del ordenador se veía a un hombre de aspecto serio, el pelo muy corto y de amplia frente, embutido en un uniforme negro. Anunciaba la disolución del Parlamento Mundial, y que a partir de ahora el Presidente John Okpresh delegaba todo el poder en un hombre desconocido, del que solamente habían dicho su nombre Heinrich. Él tenía todo el poder y todo pasaría desde ese mismo instante por sus manos. El mensaje se repetía una y otra vez, como si fuese un bucle pregrabado. Henna se sentó delante del ordenador, justo en ese momento se interrumpió la imagen.

- Jerry, ¿eres tú?
- Si Henna, soy yo. Lentamente la imagen se fue aclarando dejando paso a la imagen de Jerry en el monitor. Se le veía dentro de su coche, detrás de él, las carreras eran continuas. Las sirenas de la policía no hacían más que sonar, y las personas se les veía apretar en el paso entrando en sus portales.
- ¿Que ocurre Jerry? ¿Que demonios ha pasado?
- Himmler se ha puesto al mando de todo, no se la razón pero creo que esto no debía ocurrir, al menos no ahora. Todo esto esta ocurriendo demasiado deprisa.
- Venme a buscar, y no me vengas con idioteces, hay que encontrar a Lewis antes de que sea demasiado tarde, y tenemos que acabar con esto, aunque creo que es una tarea demasiado grande para nosotros, pero si no hacemos nada todo esto se nos ira de las manos.
- No creo que sea buena idea...
- No me vengas con gilipolleces Jerry, no se si es buena o mala, pero es la única que tienes. O vienes tu a por mi, o me iré sola a la ciudad.



5 de marzo de 2010

New World XIX

- ¿Donde estoy?, ¿porque no puedo abrir los ojos? Los pensamientos se le juntaban en la cabeza, sabía que estaba prisionero. Recordaba ser detenido acusado del asesinato de Carlton, veía a su mujer Henna llorando en una esquina de la casa, mientras la Policía Política se lo llevaba. Los interrogatorios habían sido numerosos, las preguntas sin sentido, preguntando por donde se encontraban los katchinas le habían dejado sin palabras. Y luego las drogas, y a partir de ahí nada. Notaba como intentaban leerle los pensamientos, aunque desconocía como lo hacían. Pero en su mente solo tenía sitio para preguntas sin respuestas y para Henna, realmente toda su preocupación era ella, su mujer y lo que estaría pasando con su desaparición. Intento mover un brazo, pero noto que este no le respondía, una punzada de dolor recorrió todo su cuerpo como si unos cables le atravesaran de lado a lado. Se concentro, intentando relajarse. Su mente comenzó a funcionar como por ella misma, y allí la vio. De nuevo la visión de aquella extraña muchacha que se le había aparecido en el Supra Tren.

- Relájate Lewis, intenta dominar tus miedos, es necesario que salgas de aquí. Si no lo haces morirás, y no es tu momento, debes venir conmigo. Noto el roce de su mano en la suya, aunque sabía que ella no era real, al menos no lo era fuera de su cabeza.
- ¿Quién eres?, no entiendo nada. Se que estoy prisionero, por algo de lo que soy inocente...
- Debes venir conmigo Lewis, aún no es tu momento.
Sus ojos eran completamente blancos, la muchacha de no más de doce años, fue acercando su mano hacia la frente de Lewis, este noto dos latigazos en su cerebro, el dolor era indescriptible pero sus gritos de dolor no se escucharon en ningún lado. Su cuerpo se retorcía pero sin poder moverse, los músculos tenían continuos espasmos, y de repente, la oscuridad. Todo quedo negro, Lewis se giró en todas las direcciones pero no se veía ni la nariz, todo estaba en su mente.  No supo de donde venían, pero a lo lejos escucho dos disparos, de nuevo intento levantar un brazo y este siguió sin responderle. A su mente comenzaron a llegar las imágenes de un dibujo antiguo, lo recordaba por su cargo de seguridad en el Gobierno, el hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci. 
- ¿Da Vinci?


   Jerry escucho las dos detonaciones que venían de la entrada del edificio, lentamente fue bajando y observo los cuerpos de los dos policías con sendos disparos en la nuca, los dos la tenían en el mismo sitio. Varios pisos arriba se escuchaban las carreras por llegar abajo, lo más aprisa posible, apenas si tenia un par de minutos. Salió por la puerta, y allí no había más agentes, el vacío de la calle era sospechoso pero no tenia más remedio que arriesgarse si quería salir de aquel edificio sin que le detuviesen. Ya en la calle, cruzo rápidamente hasta el edificio más cercano y allí giro a la izquierda perdiendo de vista la Comisaría. Los coches negros de la Policía Política se cruzaban con él sin prestarle atención alguna. Continuo andando sin mirar hacía atrás en ningún momento y sin aparentar ninguna prisa. Las personas se apresuraban a meterse en sus portales, asustadas por los anuncios de la Policía. Jamas se había visto un despliegue tan grandes de fuerzas de seguridad y menos de la sección Política que siempre habían actuado en el mayor secretismo.

 

    La imagen la sacudió de tal manera que tuvo que apoyarse contra la pared, el hombre de Vitruvio estaba allí, en su cerebro. Y con la imagen estaba Lewis, tumbado en una camilla y atravesado por varios cables. El dolor en el cuerpo de su marido le hizo estremecer; las lagrimas afloraron en su rostro y escondió su cara entre sus manos, desde pequeña había odiado que la viesen llorar. La imagen de una muchacha, se le apareció, abrió los ojos y allí estaba la pequeña Shalako cogiendo su mano. La niña no decía nada, solamente la miraba y le cogía la mano. Henna se acerco a la niña abrazándose a ella, y comenzó a llorar la situación la estaba sobrepasando y ahora se estaba dando cuenta que el rescate de su marido sería mucho más complicado.


  Ahora que la cosa esta más tranquila, espero (la esperanza es lo último que se pierde) poder seguir con Henna, Jerry, Lewis, y los tigres más a menudo. Aunque la verdad es que la puñetera silla, es lo más incomodo que parió madre.

5 de febrero de 2010

New World XVIII

Su andar resonaba por el largo pasillo, nunca se había fijado en lo oscuro que resultaba, siempre era un constante trajín de personas de un lado al otro; desde que por primera vez había entrado a trabajar como policía no recordaba que nunca estuviese vacío fuera la hora que fuese, daba igual el día que la noche. La puerta del Comisario siempre estaba abierta, como invitando a pasar a cualquiera de los agentes que por allí pasaran, aunque todos sabían que había llegado aquel puesto por ser servil con el Gobierno, con los agentes e inspectores era amable. Siempre les había dejado trabajar a su aire y sin inmiscuirse en su trabajo para nada. Él era el encargado de coordinar el trabajo sobretodo con la Policía Política. Las paredes parecían más oscuras, que nunca aquel color gris perla, hoy aprecia casi negro, a pesar de las muchas fotos que decoraban ambos lados del pasillo. Jerry oía una acalorada discusión a través de la puerta cerrada, llego justo delante de ella y se detuvo. Se aparto hacia el lado derecho, justo cuando escucho que unos pasos se acercaban. Dos hombres salían por la puerta a uno lo conocía era Fredo Sant, el Jefe de los Abogados de la Confederación Planetaria, al otro nunca lo había visto, pero se notaba quien era el que mandaba de los dos. Vestía el mismo traje oscuro que los hombres que había por todo el edificio, la diferencia era el III en su pecho. La inmensa cicatriz que le cruzaba la cara era algo de lo que Jerry no se olvidaría; cruzaron las miradas un instante, lo suficiente para que toda la tranquilidad de Jerry, toda la muralla que construía en torno a él, se derrumbara más fácil que un castillo de naipes ante un huracán. Fredo Sant, iba apenas un metro detrás de aquel hombre y con el terror que se adivinaba en sus ojos ni se percato de la presencia del hombre a un lado de la puerta. Jerry no sabía como reaccionar, su instinto le decía que lo mejor era desaparecer de allí, pero sabía que si no conseguía encontrar el paradero de Lewis, todo por lo que habían luchado durante siglos acabaría por venirse abajo sin remedio. Y luego estaba Henna, ella nunca se lo perdonaría y la consideraba capaz de buscar sola a su marido. Recomponiendo su muralla, Jerry paso al despacho de su superior. Allí estaba sentado en su despacho, dando la espalda a la puerta, mirando por el ventanal, la ciudad. Los amplios jardines que se situaban entorno a los altos edificios siempre estaban llenos de madres con sus hijos, pero hoy estaban vacíos.


- ¿Comisario...?
- ¡Ah! Jerry, eres tu. Te estaba esperando. ¿Que tal la investigación de la mujer decapitada?
- Bien Comisario, va bien. Es todo muy extraño, pero creo que conseguiré saber lo que paso con ella...
- Eres un buen hombre Jerry, no entiendo que haces aquí. Estoy convencido de que lograras descubrir quien mato a esa pobre joven. Los ojos de aquel canoso hombre parecían mucho más viejos, que el resto del cuerpo. Como si esos ojos hubieran visto cosas, que jamas debieran haber visto. No emitían ningún brillo, si los ojos eran el espejo del alma; aquel hombre ahora mismo es como si careciera de ella.
- ¿Comisario esta bien?, le noto extraño, como ido.
- Estoy bien. Jerry tu eres el último al que se lo comunico. La Policía Política se hará cargo de todas las investigaciones; nosotros somos los que haremos el trabajo sucio, pero para todo se necesitara el visto bueno de Fredo Sant; él sera el enlace directo con el Gobierno. Como habrás visto, sus agentes ya han tomado posiciones. Nunca me gusto mi vida, pero siempre tuve que escoger el camino que otros me marcaban. Así llegue a este puesto, diciendo a todo que sí, y traicionando cuando hizo falta, pero ya todo da igual, las cartas se han empezado a jugar y a mi me acaban de sacar del tablero. Los ojos del hombre dejaban escapar unas lagrimas que le resbalaban por la mejilla, dejando húmeda la camisa de seda blanca que llevaba puesta. Ten cuidado Jerry, mucho cuidado. El juego acaba de comenzar y todos son enemigos, mira siempre a tu espalda y a partir de ahora no te fíes de nadie.
- Comisario...
- Déjame solo Jerry, te lo ruego. Pronto vendrán a por mi, y si estas aquí también te llevaran, nunca dejan huellas son expertos en demasiadas cosas y te puedo asegurar que ninguna es buena.

   Jerry intento acercase, se había sacado las gafas y miraba al fondo de aquel hombre; las culpas se le agolpaban en la cabeza, y hacían una losa demasiado pesada para llevarla por el solo. Jerry levanto una mano, para mostrarle su apoyo y en ese instante escucho al fondo unos fuertes golpes. Los ojos volvieron al blanco natural y en la sombras del fondo del pasillo vio a cuatro hombre que se acercaban. Salio por la puerta y anduvo por el pasillo de la izquierda, se detuvo viendo como dos de los hombres se quedaban en la puerta, mientras los otros dos entraban. Espero un par de minutos, para ver salir al Comisario pero no paso nada. Los hombres seguían sin moverse. Uno de los que habían entraron salio rápidamente.

- Uno de ellos estuvo aquí, dar la alarma, aún debe de estar en el edifico. Que lo atrapen. ¡Ya!

   Jerry se giro para entrar por la puerta que daba a la escalera de incendios. Pensaba que algo tan tradicional seria lo último que miraran. Antes se centrarían en los ascensores, quizás tuviese algunos minutos para bajar los siete pisos y llegar a la calle. No confiaba demasiado en su suerte pero debía intentarlo. Comenzó a bajar las escaleras, rápidamente, apenas si tocaba el suelo quien lo observase más le parecería una sombra que un ser humano. Le quedaba un piso, y vio unas sombras al fondo de las escaleras de acero.

.....................

  La semana que viene (el próximo viernes para ser más preciso) inicio una nueva aventura en, Fuerteventura. Ha surgido una oferta de trabajo, y ya se sabe que la vaca no es de donde nace sino de donde pace. Allí estuvimos cuatro años viviendo, y para allí nos volvemos mi mujer y yo. La locura esta seguirá; comenzó en mi tierra gallega, continuo en tierras riojanas y ahora cojera aires canarios y más ahora que se me quito ¡por fin! la caraja de encima. Gracias a todos y a todas.

18 de enero de 2010

New World XVII


Henna estaba sentada mirando para la catarata, las gotas que rebotaban sobre la superficie del lago reflejaban el arco iris de un sol primaveral; aunque ella no sabía realmente en que estación vivían en aquel remanso de paz. Llevaba cinco días esperando por noticias de Jerry pero estas no llegaban. Le gustaba aquel lugar, un verde intenso cubría las praderas por donde se veían cabras y ciervos pastando tranquilamente. Sin que nadie les molestase;  Shalako le había dicho que si comían carne, controlaban que los animales no fuesen muchos para que no comieran demasiado pastos.

- ¡Henna!, ¡Henna!.

Se levanto de la hierba, mirando colina abajo como Shalako corría en su busca; la melena de la niña se movía en todas las direcciones por la brisa que le llegaba de frente y por movimiento de su cabeza al correr.

- Descansa Shalako, respira y coge un poquito de aire, ¿a que viene esa prisa por verme?. La sonrisa de Henna demostraba el cariño que le había cogido a la niña.
- No hay tiempo de explicaciones Henna, hay un mensaje de Ahöla y es urgente. Vamos te esta esperando.
- ¿Esta aquí?, Henna se puso de repente nerviosa; posiblemente Jerry supiese ya algo del paradero de Lewis.
- No, es una videoconferencia a través del ordenado del pueblo, no te preocupes es una conexión segura nadie la puede rastrear.

   Se puso a andar rápidamente, poco a poco fue apresurando el paso hasta llegar corriendo a la choza del ordenador. La cara de Jerry se veía en la gran pantalla del ordenador, llevaba las gafas puestas y se comunicaba desde su coche.

- Hola Henna ¿que tal estas?, ¿te tratan bien ahí? Si te hace falta algo cualquiera del pueblo te podrá ayudar en lo que desees.
- Sí, estoy muy bien y me tratan de maravilla, es un lugar maravilloso para unas vacaciones; lo recomendare en cuanto llegue a mi despacho. ¿Que pasa Jerry? El tono de la mujer no admitía, más diplomacia en la conversación, estaba nerviosa. Llevaba nerviosa varios días, no le gustaba estar encerrada en ningún lado por mucho que la jaula fuese de oro.
- Aquí esta pasando algo raro, hace un par de día apareció el cadáver de una mujer decapitada y a la que le habían extraído toda la sangre de la cabeza. Conocía a un doctor que trabajaba en una teoría sobre que la sangre lleva la información de una neurona a otra...
- Esos trabajos datan de los primeros de nuestro siglo Jerry, deberías estar un poco más informado. Seguía odiando las explicaciones largas de Jerry, había descubierto que para decir el agua era transparente le daba mil vueltas a la explicación. Acaba Jerry, ¿que tiene que ver eso con la desaparición de Lewis?.
- El laboratorio para el que trabaja mi amigo depende de un departamento especial, esta a parte del Gobierno Mundial, las investigaciones van directamente a manos de Himmler, en los últimos años les habían ordenado investigar si la sangre era capaz de rejuvenecer a las personas, que investigaran que había de cierto en las leyendas de vampiros, Henna. Pero descubrieron algo más importante, y es que la información de la sangre se puede sacar y que la puedes volver a usar. Si tengo razón esa técnica la usaran con Lewis cuando vean que son incapaces de sacarle información. 
- Dios mio...  Vo.. voy a la ciudad contigo, no puedo estar aquí sin hacer nada. Es mi marido Jerry.

    En la mirada de Henna, Jerry vio que no aceptaría un no por respuesta. Sabía que esa mujer cuando tomaba una decisión no había medio de pararla. No le gustaba la idea pero no le quedaba más remedio que aceptarla.

- Esta bien Henna, se que lo que diga no servirá de nada, así que mañana a las siete a.m. estaré ahí para recogerte.
- Estaré lista cuando llegues.


  Jerry corto las comunicaciones estaba en la Comisaria, tenia que reunirse con el comisario y darle el informe, aunque no creía que este fuese a valer mucho si le contaba todo lo que sabía. El Comisario era una persona que jamas se metía en un lío, era el funcionario perfecto y servicial; el perfecto sirviente del poder. En el garaje observo a varios hombres de fuerte constitución y altos, todos vestían de negro y llevaban en el pecho el Cubo Metraton. Reconoció a los dos hombres que había despistado en la televisión cuando Henna y él salieran de la ciudad para esconder a la mujer. Aparco el coche en su plaza, apenas se bajo del coche dos corpulentos hombres se presentaron ante él.

- Identifíquese.
- Inspector Mourre, Jerry. Puso su dedo en la pantalla que hombre situado a su derecha le pusiera frente a su cara. En cuanto dio una señal positiva, estés le dejaron paso libre.
- Preséntese ante su Comisario, le dará ordenes.
- ¿Ocurre algo?, no entiendo estas nuevas medidas de seguridad y el porque no son mis compañeros quienes la realizan.
- Preséntese ante su superior, él le informara de las nuevas normas.

  Entro en el edificio.
    Este estaba tomado por decenas de hombres con el símbolo del Cubo, en todas las oficinas se situaban al menos dos de ellos, y lo que más le extraño fue la ausencia de las típicas risas y bromas que había en la comisaria, algo raro ocurría.

11 de enero de 2010

New World XVI


Estaba intranquilo, la noticia aparecida en todas las pantallas de noticias le había dejado helado. El hallazgo del cadáver de una mujer decapitada, a la cual le habían extraído toda la sangre del cerebro le había sumido en un estado de nerviosismo. Miraba hacía todos lados, buscando no sabía muy bien lo que. Desde que lo había escuchado sospechaba de todo y de todos, cualquier sombra le parecía sospechosa. Llevaba varios minutos intentando contactar con el laboratorio, pero nadie le atendía o le cogía la llamada y eso no hacía más que aumentar su nerviosismo. El café le sabía como diferente aquella mañana, miro por el ventanal de la cafetería, las personas iban y venían como un día cualquiera. A la ciudad impersonal, parecía no importarle que a una de sus vecinas la hubiesen asesinado; la vida continuaba y no se podía detener por una muerte más, pensó. Pero extrañamente esas palabras no le tranquilizaron. El sonido de su teléfono le asusto tirandole casi de la silla, miro para la pantalla y vio el nombre de su superior en el laboratorio, intentando parecer tranquilo y dueño de la situación dio paso a la vídeo llamada.

- ¡Por fin! Ya pensaba que nadie hoy cogería un teléfono para hablar conmigo, doctor ha visto las noticias, han asesinado a una mujer y le han extraído la sangre de su cabeza decapitada. El sudor le caía sobre la frente, dejando claro que no podría controlar la sudoración de su cuerpo.
- Merlón, llega usted tarde. Y además no se que tiene que ver un asesinato con nosotros, o para ser más precisos con usted. Por desgracia, de vez en cuando asesinan a alguien. El mal siempre esa presente, eso va con la miseria humana. Muchos no pueden vivir sin hacer mal al prójimo. Déjese de tonterías y venga inmediatamente para el laboratorio. La cara del hombre reflejaba que le importaba más bien poco si la muerta tenia algo que ver con el laboratorio y sus investigaciones. Quería a su subordinado allí, y no admitiría un no por respuesta.
- Si doctor, en diez minutos, estoy ahí.

  Bebió el final del café y cerro la pantalla de noticias de la mesa, levantándose para pagar e irse al laboratorio. El doctor jefe tenia muchas virtudes, pero precisamente la paciencia no era una de ella, pensó. El pequeño local, con apenas cinco mesas estaba decorado muy del siglo XX, un viejo aparato de discos de vinilo pero el apenas reconocía nada, un extraño aparato era para poner música de la penúltima década del siglo XX al gusto de cada cliente, y todo decorado en tonos azules y rojos, con mucha luz de neón por las paredes y techos. A él le relajaba, se encontraba a gusto allí, a pesar de haber nacido en pleno siglo XXI, no sabia el porque le gustaba todo aquel caos y los colores chillones del local. La chica vestida con un vestido con amplias hombreras, que solía estar detrás del mostrador, hoy no estaba, y todo el mundo se había ido ya, solo quedaba él. Apoyo el dedo en la pantalla táctil para pagar lo que tomara, le llamo la atención un extraño brillo reflejado en la pantalla que venia de su espalda, intento girar la cabeza para ver que era lo que se situaba a su espalda y que despedía aquel brillo. Su cabeza giro, pero su cuerpo no; este seguía mirando al mostrador, la cabeza continuo con su giro cayendo hacia la espalda. El hombre vestido de negro, se movía rápidamente evitando que el cuerpo cayese, la sangre comenzaba a salir a borbotones, una nueva luz surgía de una especie de lapicero, y la sangre se coagulo completamente en lo que restaba de cuello. La cabeza, reboto varias veces en el suelo, rodando hasta debajo de la mesa donde minutos antes se había sentado tomando el café y leyendo la noticia del asesinato de una joven, la noche anterior.

- ¿Era necesario?
- Doctor, solo cumplimos ordenes al igual que usted. No preguntamos si era necesario o no. Lo hacemos y basta.

Dos hombres más aparecieron recogiendo el cuerpo y la cabeza, la sangre era recogida por una tubería que la llevaba a un pequeño deposito situado en el brazo de uno de ellos. En pocos segundo no había ni rastro de la sangre, ni pareciera que allí hubiese ocurrido nada.  El mundo giraba, una persona había desaparecido y otra que se preguntaba el porque de aquella muerte había seguido su misma suerte. Fuera las personas continuaban yendo a sus lugares de trabajo y nadie miraba para dentro del local. El hombre vestido de negro en la puerta comenzó andar hacía su izquierda, a los pocos minutos una joven con un vestido de cuero rojo y amplias hombreras ocupo su puesto en la caja, y los clientes comenzaron a entrar de nuevo en la cafetería.