25 de septiembre de 2009

Oro y Azul VIII


- ¡Abuelo!, ¡Abuelo!, creía que ya no te encontraría nunca, me tenías preocupado y...
  Justo en ese momento los dos tigres se pusieron delante de Badoer impidiendo que se acercarse más a su abuelo, la brusca parada de los tigres hizo perder el equilibrio al joven, que tuvo que poner una mano al suelo para no caer de bruces.

- ¿Pero que demonios hacéis?, ¿os habéis vuelto locos?, dejarme pasar; es mi abuelo o no lo veis, para esto he viajado hasta aquí para encontrarle.

Oro y Azul, miraron a los ojos de Badoer, y este entendió que no le dejarían pasar; algo ocurría y solamente los tigres se habían dado cuenta. Una luz blanca comenzo a iluminar la habitación, obligando a Badoer a llevarse las manos a los ojos y a cerrar estés, por el extraordinario brillo que subía a cada segundo de intensidad. La voz de su abuelo, resonaba en su cabeza como si le estuviese hablando a menos de un metro, era una voz clara y cristalina, sin el eco con la que había resonado la suya, momentos antes.

- Hijo mio, no te preocupes; los tigres saben bien lo que hacen; ellos te protegerán y tu debes protegerlos a ellos, son la clave para esta guerra que se avecina. Yo ya no podre verte más, pero siempre estaré a tu lado, guiate por tu corazón, no siempre el camino más recto sera el indicado, estarás obligado a realizar cosas horribles, pero todo tendrá su explicación. No te preocupes por mi estaré bien, y observare a mi nieto como encuentra su destino, para el que lleva años preparándose y para el que fue elegido. Tus amigos te serán de utilidad cuando llegue la ocasión, recuerda que un hombre puede convocar el futuro y el destino lo marcas tu y nadie más que tu.
- ¿Abuelo?...

  La luz ceso, volviendo la oscuridad, pero Badoer ya no se encontraba en la habitación donde había visto a su abuelo, los tigres seguían a su lado, y el viejo monje se le acerco, cogiéndole por el brazo.

- Vamos es la hora, le dijo en monje en un perfecto español, tienes que prepararte, tu abuelo lo dejo todo preparado para tu llegada.
- ¿Ha.. hablas, mi idioma?, un aturdido Badoer, que apenas si era capaz de articular palabra alguna, se dejo guiar por el anciano, mi abuelo ¿a donde...?, balbuceo a dura penas.
- Tranquilo las preguntas a su tiempo, ahora lo que necesitas es descansar, luego responderé a lo que pueda o sepa, una sonrisa le surcaba la cara, dándole un aspecto de más edad, marcando las arrugas de su tez muchisimo más de lo habitual. Badoer poco a poco iba recuperando la compostura y el dominio sobre si mismo, y miro a su alrededor comprendiendo que el viejo monasterio a la entrada del monte Kailash había desaparecido, y en su lugar un palacio lleno de vida y coronado en el cielo por un azul donde brillaba el sol más reluciente que recordaba se abría a sus ojos. La piedra con que había sido construido fue tallada por grandes artesanos, y diversas palabras en Sánscrito, se mezclaban con palabras o símbolos que desconocía. En el patio, por el que atravesaban los monjes se tumbaban al paso de los tigres, rezando, no existía el miedo y si un respeto por ellos. Oro y Azul, uno a cada lado de Badoer, no parecían hacer mucho caso a los monjes, como si todo fuese algo normal para ellos, o no les importase en absoluto. La estancia que les ofrecieron era amplia y confortable, una gran ventana daba al exterior dejando entrar una gran cantidad de luz.

- En la estancia de al lado tienes un bañera para que te puedas dar un baño, el agua procede de unas termas que están situadas justo debajo del Palacio, y seguro que te relajan después de tan largo trayecto. Por los tigres no te preocupes, son libres de ir y venir cuanto les apetezca, hay comida para ellos y agua, nadie os molestara. Cuando descanses, volveré, hablaremos e intentare explicarte lo que ocurre o esta por ocurrir.
- Gracias, muchas gracias por todo; pero no creo que pueda dormir o descansar, tengo muchas preguntas y hasta ahora ninguna respuesta, respondió Badoer.
- Por favor, tu por al menos intentalo. Hará falta que te encuentres bien, como te dijo tu abuelo, un hombre puede convocar el futuro.

Sin dar tiempo a ninguna pregunta o cuestión, el monje se inclino, retirándose a continuación. Los tigres tumbados cerca de la cama, se encontraban totalmente dormidos, Badoer se acerco a la gran ventana e intento sacar la cabeza fuera pero una extraña fuerza se lo impido. Miro para abajo y se le vino a la cabeza un terreno conocido.

- Venga, esto debe ser una ilusión, es imposible lo que estoy viendo debe de ser una broma.

Lo que Badoer veía no era otra cosa que el valle que llevaba hasta el monte Kailash, y eso significaba que el se encontraba dentro de la montaña, situado a más de seis mil metros de altura. Se acerco a su mochila y saco sus prismáticos, para ver donde se situaba el grupo armado. Pudo verlos en el mismo sitio donde los viera la primera vez, entre los lagos Mana Sarovar y Rakshas Tal. El que los guiaba miro hacía el monte y justo para donde estaba Badoer, parecía que supiera que estaba allí, pero la distancia era tanta que era humanamente imposible que eso sucediera. Un escalofrío de que realmente le estuviera observando recorrió la espalda del joven y en un acto reflejo se separo de la ventana, realmente sabría que estaba allí. ¿Quién sería ese extraño hombre?.

3 comentarios:

fher dijo...

"¿Quién sería ese extraño hombre?"... calculo y espero que lo sepamos pronto... atrapado como siempre

Un abrazo

Anónimo dijo...

Aquí seguimos atrapados por tu magnifica y gran historia.

Seguro que nos estás preparando grandes capítulos, cada vez prometen mas.




John W.

María dijo...

¡¡Hola Javier, aquí me tienes de nuevo!!

Gracias por enlazarme, mañana subiré nueva entrada, es una pequeña historia, no como la tuya que me tiene loca...
El otro día, enrollada en la búsqueda del padre de Eva y de pronto me encuentro con Badoer, en un monasterio Tibetano, tomándose un baño, con dos tigres a sus pies ¿...? ¿Y ese extraño hombre que parece que le observa desde la lejanía?
¡¡Mira que yo tengo imaginación, pero la tuya, es que se sale!! ...ja,ja,ja.
Bueno, voy por la siguiente, a ver que ocurre...

besos.